La inmortalidad de la voluntad y la muerte de otros males



... cuando abrí los ojos todo empezó a temblar, todo se empezó a desmoronar, no sabía si era un sueño o una pesadilla, o si solo estaba intentando inventar una historia para crear toda una obra de teatro mientras mi alma viajaba por el espacio. El caso es que conforme seguía con mi viaje sentí como pequeñas partes de mi esencia se fueron perdiendo, como otras se añadieron a mi cuerpo y para cuando el viaje en la montaña rusa terminó y regresé a donde todo había empezado dejé de sentirme como yo, sino como alguien más hubiera tomado mi puesto.

Abrí los ojos, muchas emociones dejaron de existir, no sé si será temporal o permanente o si solo fue Neptuno quien ha jugado conmigo con sus amigas las sirenas, que me acompañaron de cuando en cuando mientras la función estaba en su máximo clímax.

Luego de tantas imágenes desconocidas que recorrían mis ojos y di mi último parpadeo al tocar tierra, solo me mostraban tierras que me vieron nacer, tierras que respiran el mismo aire que yo he respirado por mucho tiempo, y con ellas un aire de decepción, un aire de vale-verguismo ante muchas cosas, un aire que aspiro con más fuerza, con más orgullo, con más enfado, con más corazón, con unas ganas inexplicable, como si este me embriagase cada vez más.

Es hasta la fecha en la cual me miro al espejo y ya no veo a la persona que emprendió el viaje, es como si entre tanto arroz con mango se haya perdido parte de mi alma y cuerpo y haya regresado una persona desconocida, desconocida para mi, desconocida para alguien más. No sé si la quiero conocer, no sé si quiero que forme parte de lo que soy.

Ahora solo queda ver que pasará, si mi antiguo cuerpo y alma volverán o si solamente he sufrido una metamorfosis inesperada y esta cambiará mi vida para siempre.

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