De los ojos al cielo



Y así el cielo se oscureció en plena tarde, no esperó siquiera a mostrar su gran cólera y llanto hacia la humanidad que decidió así inundar cada rincón de la tierra. Ni las luces puras se dejaron ver como cada año en la isla metálica. Los árboles se tomaron del suelo a como pudieron mientras temblaban levemente, tomando fuerzas de una melodía desconocida que provenía del viento, a su vez, entrando en un unisono con la lluvia. El déja vu llegó, y sin previo aviso llevó cada gota de agua una vez más al cielo, haciéndola explotar por todo el firmamento creando una cortina de nubes de sueños, ilusiones, incertidumbre. Hasta que una mano cálida proveniente del sol empezó el baile que nunca acabó, mientras las gotas danzaban desde el iris al cielo y viceversa, siguiendo las melodías de tinta roja que cantaba el arpa, entonando así la rapsodia proveniente del cielo.
Finalmente la obra acabó, mas no así la función que apenas inició.

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