Crónicas de Huinland: Preámbulo



Mi nombre es Derren, vivo en una isla gigante que se encuentra flotando sobre el Océano Atlántico, creo que no eres de por acá, pero hay muchas islas como esta, esta se llama Huinland, llena de grandes zonas verdes, cascadas majestuosas que terminan desembocando en el océano como dos manos que se juntan para no soltarse nunca. Tiene una gran ciudad en el centro, con edificios altos y majestuosos, algunos hechos de cristal, otros menos elaborados pero con mayor robustez.

Era una tarde nublada, el viento soplaba más fuerte que de costumbre. Yo me encontraba caminando por el pueblo y me entraron ganas de tomarme un "café", o así le decía yo al acto de ir a tomar un chocolate caliente, básicamente era una expresión. Pasé al restaurante de la esquina, "Nuevo Respirar", ahí servían un chocolate caliente delicioso, de esos que no se toma en cualquier lugar, el clima estaba frío, y ese líquido café me miraba con tanta pasión que llamaba mi atención, así que decidí entrar. 

El lugar estaba lleno, por dicha pude conseguir la última mesa. Un joven desconocido entró a los 5 minutos buscando lugar, fue directo al mostrador, pidió su orden y elevó su vista rodeando cada rincón suplicando por una mesa vacía. A mi ya me conocían, siempre pedía lo mismo, así que tenía ya la costumbre de ir directo a una mesa esperando a que llevaran mi orden. Sentí como esa mirada se clavaba en mis ojos como si cuestionara el hecho de que yo debería estar o no sentado allí. vio la silla de enfrente a mi, camino a paso normal, con un poco de duda, y terminó sentándose frente a mi. Me tomó por sorpresa, sin embargo lo saludé, el joven no me miraba a la cara, solo bailaba sus ojos viendo la ropa que llevaba puesta, me devolvió el saludo como por compromiso, eso me pareció. Trajeron mi chocolate y la orden de él también, era un café con un emparedado de pollo, tomate, zanahoria y lechuga. Me sentí un poco incómodo de tenerlo en frente y sin que se cruzaran palabras así que decidí intentar hacer conversación, al menos para que la escena en sí perdiera ese aire extraño que ya tenía. 
- Y ... ¿cómo te llamas? 
- Greenwig - respondió -
- Oh mucho gusto Greenwig mi nombre es... - y antes de que pudiera terminar él terminó la oración - Derren - dijo con un tono un tanto frío y cansado al mismo tiempo, mientras señalaba hacia el centro de mi pecho donde colgaba la identificación del lugar donde trabajo con mi nombre en letras grandes y muy visible. La pena pintó mi cara de colores y solté una risa nerviosa.
- ¿No sos de por acá cierto? - pregunto de inmediato.
- No - mientras llevaba el emparedado a su boca y robaba un mordisco y tomaba café para acompañarlo.
- Oh bueno -  intento observarlo con más detenimiento y logro ver la identificación de donde trabaja. Al parecer pertenecía al grupo de empleados de la empresa de comunicación entre las islas del planeta. - Veo que trabajas para Transland, ¿y ahí qué haces?. Me mira fijamente a los ojos, como si tuviera años de conocerme y simplemente estuviera harto de mi - Trabajo con la logística del transporte - se limitó a contestar.
- Debe de gustarte mucho, no cualquier persona puede trabajar ahí.
Me mira fijamente, da un último sorbo a lo que queda del café y sin cambiar de expresión se levanta de la mesa, se dirige a la caja, paga lo que consumió y se retira sin despedirse.
- También fue un gusto - digo con voz baja apenas para escucharme yo mismo por la congoja del momento.

Me dispongo a pagar y salir del restaurante, miro detenidamente las nubes y de pronto, un chispazo rojo cual estrella fugaz aparece en un momento y desaparece como si huyera al mar, se escucha un rugido feroz viniendo de la superficie de la tierra y pelando mis ojos por el susto miro al rededor y al parecer fui el único que lo notó, tomo una bocanada de aire y libero un suspiro que huye con el fuerte viento.

Finalmente me marcho hacia mi casa, hoy definitivamente fue un día extraño.

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