Soplo de Odin


¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿Cien años, cien siglos, 3 semanas? El tiempo es relativo, así como su efecto en las personas, no se puede hablar de que ha pasado mucho o poco tiempo, simplemente se puede decir de que se ha dado.
A veces es como si Odín soplara sobre nuestro camino y relentizara todo, haciéndolo parecer eterno, a veces está acompañado de agujas de hielo que se clavan en nosotros y haciéndonos pasar un mal rato, más si intentamos ir en contra.
El tiempo no es eterno, al menos el de nosotros mas si es relativo, según la percepción de cada quién. ¿Quiénes somos nosotros para juzgarlo si ni el mismo Cronos se echa un bostezo para mirar atrás? 

Mirar hacia el frente se ha vuelto un reto diario, más cuando hay tantas cosas atrás que nos recuerdan quiénes somos hoy, pero solo el "ahora" nos permitirá blandir nuestras espadas, fruncir el ceño y avanzar, pues la vida es una batalla en la que hay que luchar día con día, poniendo de nuestra parte y tomando fuerzas de flaqueza en muchas ocasiones para no morir en el intento.

Dejémonos de palabrerías sobre superación personal, pero lo cierto es que en esta vida no vinimos solos como dicen, vinimos al lado de una madre, y a algunos con suerte, al lado de un padre mínimo. Las guerras no se ganan solos, se gana en equipo, y aunque el soplo ártico intente congelar nuestras venas e ímpetu para seguir, siempre habrá un familiar, un amigo, una pareja e inclusive a veces personas desconocidas tendiéndonos la mano para encender nuestra pasión por seguir con el fuego fraternal. El truco es buscar quién realmente quiere ser parte de tu equipo, con cuidado, porque siempre hay caballeros de armadura negra que ofrecen su espada mientras clava su hacha en su espalda en cada parpadeo de descuido.

Las personas se equivocan, si, siempre, todos los días, mas nunca es tarde si se han abierto los ojos y se ha soltado la mano de Morfeo y se decide poner pies en tierra y clavarse el puñal de la verdad en el corazón para tomar las decisiones correctas.

Ya dejaré de divagar, que Odín no cesa de soplar, y con Cronos ya no se puede ni cronometrar y que no seamos un Atlas queriendo cargar con todo sobre nuestros hombros hasta la faz nunca más tocar

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